sábado, 14 de mayo de 2011

Coleccionista de piedrecitas (IV)

Y bueno, que ya estoy harta de tanto romanticismo y de tanta Rachel. Ahora, es el turno de Peter, que también es muy importante. Era algo mayor que la chica, dos años. Él en cambio vivía en San Diego, además veraneaba allí, no como Rachel, que era de Portland y se iba todos los años a Boston en verano. Peter estaba allí porque había ido a visitar a un familiar enfermo, y no pensaba quedarme mucho más de dos semanas más. Pero esto no se lo quería contar (aún) a la chica, y ahora menos, que habían entablado una gran amistad.
-Lo siento, perdóname - susurró Peter algo avergonzado - no sé porqué lo he hecho.
-No lo sientas, y no apartes la mirada como si estuvieras hablando con una desconocida, mírame a los ojos.
Peter, con algo de timidez, miró a la chica a sus profundos ojos color miel. Tenía su larga melena rubia mojada y despeinada, pero los últimos rayos de sol permitieron al chico tener una bonita imagen de Rachel.
-Te miro, y al hacerlo no puedo negar que me gustas mucho, desde el día que te acercaste a mí. Porque, ¿quién se va a acercar a alguien que busca piedras?
-Lo dices como si fuera algo raro. A mí me gusta.
-A mí también.
-Pues ya está. Ponte de pie. - ordena la chica.
Los dos se ponen de pie, con el agua por las pantorrillas y los pelos de punta. Empieza a hacer frío y corre algo de aire. El sol está a punto de desaparecer por el horizonte.
-Rachel, el no haberme pegado una torta o el no haber salido corriendo, ¿significa que...? bueno, mejor dicho, ¿qué piensas de lo del beso? creo que me he pasado.
-Pienso que eres el único chico por el que vale la pena sacrificarse. Pienso que ha sido maravilloso lo que has hecho. Pienso, creo, y estoy segura, de que estoy loca por tí.
Dos corazones van a mil por hora. Bombean de una manera sobrenatural. Ninguno de los dos da crédito a lo que acaban de escuchar. Rachel no puede creerse que le haya dicho eso. Peter no puede creerse que ella le quiera tanto.
-Pues si quieres saberlo, yo también lo estoy por ti. Y mucho, demasiado, puede ser una obsesión. Y no sabes lo que me has hecho sentir durante estos veinte días.
-Te quiero. - dice Rachel, mirando fijamente a los ojos celestes de Peter.
En ese momento, el chico abraza a la chica como en una típica historia, o una típica película. Todo es muy tradicional, muy típico, demasiado típico, algo realmente empalagoso y rosa, algo que ya estamos cansados de ver o de leer. Pero esto no quita que sea bonito. Se puede decir que, Peter y Rachel son oficialmente "una pareja".

No hay comentarios:

Publicar un comentario