martes, 10 de mayo de 2011
Coleccionista de piedrecitas (I)
Una tarde de verano, no muy calurosa, Rachel abrió su armario. Sacó una blusa blanca demasiado informal y se la puso encima de su bikini. Descalza, con el pelo suelto y revuelto, bajó a la playa. Se sintió muy afortunada, ya que estaba contemplando un atardecer veraniego. Eran justo las ocho y media de la tarde, lo cual todavía no hacía mucho fresco. Se dirijió a la zona rocosa y comenzó a buscar piedras. ¿Las pintaría de mil colores?, ¿las usaría de pisapapeles?, ¿las pondría en el jardín?, ¿o simplemente lo hacía por costumbre?. De repente, encontró una en forma de corazón. Y sonrió. Y se dio cuenta de que sin Peter, coleccionar piedrecitas ya no es lo que era antes.
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