miércoles, 11 de mayo de 2011

Coleccionista de piedrecitas (II)

Rachel aún recuerda cuando conoció a Peter. A principios del verano, finales de Junio. Ella acababa de terminar cuarto curso del instituto, en Portland, su ciudad natal. Sin embargo, el verano lo pasaba en las playas de Boston, en la otra punta del país. Los primeros días, al bajar a la playa solía dar paseos al atardecer por la orilla, llegar hasta muy lejos, y regresar. Un día, a la vuelta de uno de sus paseos, conoció a un chico. Le llamó la atención ya que este tenía un cubito lleno de piedrecitas de formas y tamaños diferentes. Él se percató de que esa chica lo miraba. Tras un largo silencio, Rachel se acercó a él y sin vergüenza ninguna, entabló una conversación con él.
-¡Hola! ¿Querías algo?- dijo el chico.
-Em... me he quedado sorprendida al ver todas esas piedrecitas.
-¿Te gustan? Puedes coger algunas si quieres.
-¡Me encantan! Pero no te voy a quitar ninguna, en todo caso me pondría contigo a buscar más. Por cierto, me llamo Rachel.
-Yo soy Peter, si quieres, quédate conmigo. Colecciono todas las que tengan formas divertidas y las pinto, las uso de pisapapeles o las pongo en mi jardín, aunque casi siempre lo hago por costumbre o porque me he aficionado. Se puede decir que soy un coleccionista de piedrecitas.
-Ala... ¡bonita "profesión"!.
Peter soltó una carcajada al oír las palabras de Rachel. En ese instante comprendió que trabar una buena amistad con esta chica tan extrovertida sería bastante divertido.

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